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Cronourbanismo: ¿Cómo experimentamos la ciudad en función del tiempo que pasamos en ella o dedicamos para llegar a ella?
En México, tenemos algunas de las áreas metropolitanas más pobladas de toda América Latina. La lista es encabezada por la Ciudad de México, con Guadalajara en octavo lugar y Monterrey en décimo, además de zonas que se encuentran en rápido crecimiento.
El costo de vivir en estas ciudades va más allá de un valor de suelo en promedio más elevado que en zonas rurales, el verdadero precio lo terminamos pagando con una moneda de cambio inigualable: el tiempo. Mientras más grande es la ciudad, más minutos nos cuesta trasladarnos dentro de ella.
Un estudio de la agencia de investigación De la Riva Group efectuado en 2016, nos reveló las aterradoras cifras del tiempo promedio que invierten los capitalinos para desplazarse de ida y vuelta a sus lugares de trabajo: 23 horas al mes si se trasladan en auto, 46 si utilizan el transporte público. Esta realidad es preocupante e impacta directamente en el bienestar humano, ¡cada mes, en la Ciudad de México, las personas perdían entre 1 y 2 días de sus vidas!
Es en esto que se basa el crono-urbanismo, una nueva utopía en la que el urbanismo se orienta para aprovechar el tiempo y recuperar la armonía de las comunidades: donde se pueda vivir, trabajar y socializar dentro de los mismos espacios sin tener que recorrer la ciudad de pies a cabeza.
De acuerdo con su creador, el urbanista colombo francés Carlos Moreno, las ciudades podrían descentralizarse para establecer pequeños centros o corazones en espacios pequeños que permitan a sus habitantes satisfacer, sin alejarse de sus hogares, las seis funciones sociales urbanas esenciales: habitar, trabajar, aprovisionarse, cuidarse, aprender y descansar. En lugar de contar con zonas divididas para el trabajo, el ocio y la vivienda, se plantea diseñar áreas donde todo pueda encontrarse a menos de 15 minutos, ya sea a pie, en bicicleta o transporte público.
En México, podríamos comenzar a pensar hacia ese futuro. No podemos seguir construyendo segundos, terceros y cuartos pisos, ni basta con construir torres de departamentos cada vez más altas. Urge pensar en términos de desarrollo social y calidad de vida, recuperando una noción que parecemos haber olvidado: el tiempo es oro.